Los últimos avances científicos demuestran, sin lugar a dudas, que nuestro cerebro, nuestras neuronas, actúan un noventa por cierto de las veces, por simple INTUICIÓN.
Es curioso que la práctica de cualquier arte requiere usar la intuición constantemente.
Se nos educa para creer que dibujamos mal, que pintamos peor, y que el arte es algo reservado a unos pocos “escogidos” que nacen con un don. Yo creo que esto sólo sirve para limitar una parte fundamental de nuestra mente, de nuestra humanidad. El arte está en todos y cada uno de nosotros.
Lo necesitamos, tal vez no para sobrevivir, pero sí para seguir siendo seres humanos.
Pienso que todo el mundo podría y debería poder disfrutar de dejar que su cerebro y su corazón se pusieran a expresarse con el arte. Da igual si con un lápiz, unas pinturas o dando golpes a una cacerola en la cocina.
No se trata de que todo el mundo haga “obras maestras” sino de poder ejercitar una parte de nuestro ser que tenemos abandonada, que creemos incluso que no existe.
Todos sabemos lo conveniente que es para la salud de nuestro cuerpo el hacer ejercicio, pero no prestamos atención a la salud de nuestra mente y nuestras emociones, y el arte es el ejercicio que puede ayudar a mantenerlas sanas. No nos neguemos el placer de hacer unos garabatos, de poner colores, de amasar un trozo de plastelina. Todo vale, todo es arte.
El arte no es algo que sólo sirve para rellenar una hora a la semana en el horario de nuestros hijos, o para colgarlo en museos y acumular polvo.
Si nuestro cerebro funciona por intuición, y el arte es intuición, el cerebro, en sí mismo, es arte.
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La pensadora. Desnudo femenino a los lápices de colores, tamaño A3. Autor José Manuel Gallego García. |